¡Rico el que lo lea! - Reseña crítica - Luis Mi Negocios
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¡Rico el que lo lea! - reseña crítica

¡Rico el que lo lea! Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Inversiones y finanzas

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: ¡Rico el que lo lea!

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9786073904117

Editorial: Planeta

Reseña crítica

¡Descubre el camino hacia una mejor salud financiera con el libro de Luis Mi Negocios! En este microlibro encontrarás estrategias prácticas y consejos útiles para mejorar tu manejo del dinero y aumentar tus ingresos. 

Luis Miguel Altamirano, experto en finanzas te guiará en el proceso de cultivar una relación saludable con el dinero y adquirir una sólida educación financiera. Aprende cómo hacer que la educación financiera sea accesible y entretenida mientras te sumerges en este libro que te ayudará a alcanzar tus metas financieras. ¡No te pierdas esta oportunidad de transformar y mejorar tu vida!

Rompe con tus patrones financieros

La abundancia no sigue un único camino, pero sí existe uno claro hacia la pobreza. Ya sea por influencia familiar, juventud o falta de interés en las finanzas, es probable que tengas hábitos que, de persistir, te lleven al desastre financiero: gastar el primer sueldo en grandes gestos, obsesionarte con comprar el coche de tus sueños o saturar la tarjeta de crédito con viajes y caprichos.

Todos podemos creer que está bien ignorar las finanzas hasta que nos convertimos en adultos independientes y comprendemos la importancia de la estabilidad financiera.

Es crucial no gastar más de lo que ganas, evitar compras impulsivas y resistir la tentación de adquirir cosas innecesarias solo porque parecen baratas. Tu objetivo debe ser controlar tus gastos y hacer que tu dinero trabaje para ti.

El aumento en el costo de la vivienda hace que sea cada vez más difícil para los jóvenes adquirir propiedades, lo que impacta directamente en el bolsillo al destinar una gran parte del ingreso en alquileres que no aseguran estabilidad a largo plazo.

La próxima eliminación del sistema de Afores en México deja a muchos jóvenes sin un mecanismo confiable de ahorro para el futuro. Además, la tendencia hacia trabajos freelance y la reducción de prestaciones en empleos fijos añaden incertidumbre financiera.

Aunque no podemos cambiar estas realidades, podemos enfrentarlas con responsabilidad financiera y algunos consejos útiles para maximizar nuestros recursos.

Si has experimentado dificultades económicas en tu familia, es momento de cambiar y comenzar a administrar el dinero con inteligencia, incluyendo la inversión. Tienes el poder de ser el cambio para tu familia.

Es un error común pensar que se necesita ganar más para ahorrar. Identificar tus gastos y aprender a gastar de manera inteligente es esencial para manejar mejor tus finanzas.

Los gastos hormiga son otros de los errores más comunes cuando comenzamos a obtener ingresos. Nos volvemos locos con los gastos, porque pensamos: «¡Pues para eso trabajo!», y no vemos a futuro.

Por sí mismos los gastos hormiga no son malos. La vida es para disfrutarse y el dinero es una herramienta para disfrutarla más, y como ya vimos, si un cafecito puede darle más sabor a tu día, no te lo vas a negar. Solo hay que aprender a controlar los gastos chiquitos y tenerlos bien marcados dentro de un presupuesto para que no se salgan de control.

No presupongas, presupuesta

El dinero puede no comprar la felicidad, pero sí proporciona tranquilidad. Tener solvencia para afrontar emergencias médicas, inversiones inmobiliarias o asegurar el futuro de tus hijos es reconfortante.
 

A menudo preferimos gastar en lugar de ahorrar, ya que el ahorro requiere esfuerzo y no ofrece gratificaciones inmediatas. Sin embargo, sus beneficios a largo plazo son significativos. Es fundamental cultivar la paciencia y la disciplina para cosechar constantemente sus frutos.
 

El primer paso es tener claridad sobre tus objetivos financieros. Del mismo modo en que un marinero no puede zarpar sin un destino definido, es necesario saber hacia dónde quieres dirigirte para gastar de manera más inteligente. Esto se logra estableciendo metas de ahorro.
 

Puedes establecer cualquier meta que desees: comprar un automóvil, adquirir un seguro de vida, liquidar deudas, contribuir al bienestar de tus padres o incluso prepararte para adoptar una mascota. Cualquier objetivo es válido.
 

Una vez que tengas tus metas claras, es importante priorizarlas. Clasificarlas según el tiempo que tomará alcanzarlas, ya sea a corto, mediano o largo plazo, te ayudará a evaluar su viabilidad y el esfuerzo requerido para lograrlas.
 

Crear una lista escrita de tus metas te servirá como mapa financiero. Te permitirá identificar los hábitos que necesitas cambiar, mejorar o adquirir para materializar tus objetivos. Esta lista te guiará cuando te sientas perdido o desorientado.
 

Tu lista de metas no es rígida; puedes ajustarla según tus circunstancias. Lo importante es mantener el compromiso de alcanzarlas. A medida que lo logres, experimentarás una satisfacción que superará la efímera gratificación del gasto desmedido.

Tu titanic

Cómo saber si tu titanic se está hundiendo:

  1. Cuenta tus ingresos totales. Si eres Godín y solo te dedicas a la oficina, pues la primera parte está papita: tus ingresos son el sueldo que ganas cada quincena y ya; sumas dos quincenas y tienes tu total. Pero, si además de tu trabajo, por las tardes o los fines de semana también vendes productos, pues hay que sumar todo eso, tanto el sueldo fijo como las ganancias de lo que vendes; todo el cash que entre a tu bolsillo se debe sumar. 
  2. Cuenta tus gastos totales. Al igual que con los ingresos, suma los gastos, desde los más prioritarios hasta los menos importantes, de modo que obtengas el total del dinero que sale de tu bolsillo al mes.
  3. Súmalos. Una vez que tengas estos dos resultados, resta el total de gastos al total de ingresos y ¡voilà! Esta sencilla operación te dará un primer vistazo a tu situación financiera.

Tu Titanic se está hundiendo si después de tu balance resulta que en un mes gastaste más de lo que ganaste, porque significa que en vez de ganar perdiste dinero, y esto a largo plazo te traerá muchos problemas. Si este es tu caso, es urgente que pongas en orden tus gastos y cambies lo más pronto posible tus hábitos. Tú sí tendrás que realizar varios sacrificios o te podrías hundir como el gran barco.

Muchos expertos recomiendan destinar 50% de tus ingresos a gastos fijos, 30% a gastos variables y 20% para ahorro e inversión, pero depende de tu situación. Si está en tus posibilidades, puedes seguir esta distribución de porcentajes.

Comienza asignando porcentajes a tus gastos según tus posibilidades. Prioriza los gastos fijos, reduce los variables y dedica lo que puedas al ahorro. A medida que controlas los gastos, aumenta el porcentaje destinado al ahorro, incluso si inicialmente es bajo. Mantén estos tres porcentajes (gastos fijos, variables y ahorro) en tu presupuesto.

Tu presupuesto es una proyección anual, mes a mes, de los gastos para cumplir tus metas de ahorro. Optimiza gastos preguntándote dónde puedes gastar menos, buscando opciones más económicas y evaluando si puedes prescindir de algunos lujos. Ajusta tus gastos según sea necesario para alcanzar tus metas financieras.

Utiliza la tabla de tu situación financiera para proyectar y planear gastos. Identifica áreas de reducción y elimina gastos innecesarios. Con el tiempo, encontrarás menos alternativas para ahorrar, indicando una optimización de tus gastos. Inicia la proyección y control de gastos, ya que no puedes mejorar lo que no puedes medir.

Es recomendable que tu fondo de emergencias sea de aproximadamente tres a seis meses de tu sueldo actual, o sea, si recibes un aumento, actualiza tu fondo para que refleje este aumento, y con ese dinero vas a cubrir tus gastos esenciales en caso de perder tu empleo, de sufrir una lesión grave o en caso de otras emergencias que te impidan generar ingresos, o para cubrir algún imprevisto con el que no te pueda echar la mano un seguro.

7 gastos que sí

Algo que representa un beneficio no es un gasto. Conforme tus recursos aumenten y tus posibilidades se abran, estos son gastos que sí debes hacer:  

  • Educación. Mayores conocimientos ofrecen mejores oportunidades de ingresos, y te diferencia del resto profesionalmente. Toma cursos relacionados con tu área de trabajo, estudia una maestría, toma talleres y clases online para aprender nuevas habilidades.  
  • Viajes. Si tienes las posibilidades o si en tus metas están unas vacaciones, ¡haz-lo! Un viaje esparce tu mente, mejora tu actitud hacia el mundo y hacia otras personas. Solo recuerda esto: planéalo, inclúyelo en el presupuesto y, lo más importante, ¡disfrútalo!  
  • Salud. Es tu activo más importante. Si no tienes salud, no tienes nada. Consume productos sanos, hazte chequeos periódicos y cuida tu salud mental. Invierte en el bienestar de tu cuerpo.  
  • Ahorro de tiempo. Utiliza aplicaciones de mensajería, agendas o incluso asistentes personales. Si tu horario está muy apretado, estas opciones te ofrecen la oportunidad de aprovechar tu tiempo para hacer algo que te genere beneficios.  
  • Tecnología. Los gadgets sirven para aumentar tu productividad, reducen el tiempo que toma realizar tus labores y hasta ayudan a minimizar otros gastos. ¡Usar la tecnología te volverá más eficiente! 
  • Seguros. Los seguros protegen tus bienes y te protegen. La seguridad no tiene precio.  
  • Activos. Invierte tus ahorros. Los activos te permiten generar dinero mientras duermes y a largo plazo lograrás tu libertad financiera.

El crédito, cuestión de confianza

Los créditos pueden ser la diferencia entre salir adelante o quedarte estancado. ¡Pero ojo! Tampoco se trata de pedir créditos a lo loco; debes ser consciente de tus posibilidades de pago. Parece una tarea complicada, pero una vez que comiences a ver que se reduce la deuda de un crédito porque lo manejaste de forma responsable, te darás cuenta que no era tan atemorizante.

Los créditos y préstamos no son el coco, pero quizás todavía no te sientas listo para explorar esta opción, o a lo mejor ni siquiera cumples los requisitos tan exigentes de los bancos para obtener uno. En ese caso, puedes empezar por un camino más sencillo, que también asusta a muchos: las tarjetas. A veces pensamos que el crédito es para cuando se presenta una emergencia o no hay para pagar. 

Eso es un error. Es posible, y hasta preferible por varias razones, tener una tarjeta de crédito lo más pronto posible, porque de esta forma desarrollas tu historial crediticio y a futuro te será más fácil y barato adquirir créditos mayores que te servirán para comprar un auto o incluso una casa.

La tarjeta de crédito no es una extensión de tu salario, no es dinero extra y no es un regalo. A fin de cuentas, es dinero prestado y lo vas a tener que devolver al banco. Puedes usar la tarjeta para muchas cosas, pero es mejor que la cantidad que utilices a crédito no exceda lo que ya tienes en tu cuenta corriente. De lo contrario, la bruja del crédito te va a chupar.

Si te aseguras de conocer las recompensas de tu tarjeta y la adquieres considerando los beneficios que mejor se adapten a tu estilo de vida, vas a maximizar estas ventajas. Si te gustan los conciertos, busca alguna tarjeta que te ofrezca acceso a preventas que te salgan más baratas; si te gustan los viajes, busca una que te dé puntos o millas que puedas canjear por viajes futuros.

  1. Analiza las tasas de interés ofrecidas por bancos o agencias. Prefiere créditos a tasa fija para una mejor proyección de pagos totales.
  2. Revisa todas las comisiones, como las de apertura o pago tardío. Utiliza el CAT como referencia, ya que un CAT más alto significa un crédito más costoso.
  3. Opta por un crédito con saldos insolutos, que te permita liquidar la deuda anticipadamente sin penalizaciones. Esto te ayudará a ahorrar en intereses. Utiliza el simulador de créditos de la Condusef para comparar y elegir la mejor opción para ti.

Los créditos hipotecarios son como el pilar fundamental de los préstamos, ya que, a diferencia de los créditos para automóviles que pierden valor rápidamente, al adquirir un bien inmueble (como una casa, un departamento o un terreno), estás realizando una inversión que generalmente mantiene o incluso aumenta su valor con el tiempo.

Los plazos para pagar los créditos hipotecarios suelen ser de 5, 10, 15 o 20 años, siendo este último el más común. Aunque pueda parecer un período largo que conlleve a numerosos gastos por intereses, también puede ser una ventaja en determinadas situaciones.

Deber no es un deber

Cuando carecemos de experiencia con esto de las finanzas personales, existe una gran posibilidad de que caigamos en el endeudamiento. A veces pensamos que estamos a salvo de las deudas si ganamos como el dueño de Apple, que las deudas solo se amontonan cuando tenemos pocos ingresos. 

Pero no es así. La realidad es que la forma en que administramos nuestro dinero tiene mucho más peso sobre las deudas. Es como un efecto inverso de lo que pasa con el ahorro: así como no hace falta tener mucho dinero para poder ahorrar, no hace falta tener poco para caer en las temibles garras del deudón.

¿Qué nos lleva a endeudarnos? Existen diferentes razones, y lo primero es detectar los síntomas que provocan esta enfermedad. 

  • PRIMER SÍNTOMA. A veces queremos adquirir muchas cosas muy rápido y sin planeación. Un día, quién sabe por qué, nos invaden los impulsos compradores y lo más común es que estas compras se inclinen hacia la clasificación de lujos: varios pares de sneakers para presumirles a los amigos, la última versión del celular de moda que de todos modos no trae saldo para hacer llamadas, unas vacaciones de lujo en familia, una televisión gigante con la última tecnología de punta, un refrigerador con acceso a internet e inteligencia artificial. 
  • SEGUNDO SÍNTOMA. No tenemos una visión clara de cuánto podemos pagar y en qué conviene gastar. Rebasamos nuestra capacidad de pago: resulta que para los electrodomésticos pagamos con la tarjeta y no había promoción a meses, para el celular sacamos un crédito sin ver en cuántos meses se termina de pagar y cuánto aumentó el costo del producto al final y, para colmo, la televisión usa más electricidad que el resto de los electrodomésticos de la casa juntos; ahí se va la quincena y ya no queda ni para los pagos del gas y del agua. 
  • TERCER SÍNTOMA. Los dos síntomas anteriores desencadenan de forma directa el tercer síntoma del endeudamiento crónico. Como ni todo nuestro dinero alcanza para pagar las deudas originales, nos vemos obligados a adquirir más deudas, ¿y cómo vamos a pagar estas nuevas deudas? Claro, ¡con más deudas! Así, empieza a generarse esta suerte de estafa piramidal con la que nos defraudamos a nosotros mismos.

Cuando una deuda está dentro de tus capacidades de pago y está bien planificada, es solo una herramienta financiera. Un crédito para una casa o una chamarra que te compraste a meses son deudas a fin de cuentas, pero si están dentro de tus posibilidades o hiciste una buena planificación de pagos, son deudas buenas. Si, por el contrario, solicitas un crédito cuando ya tienes sobregiradas varias tarjetas, debes tres meses de renta y hasta tu mamá te está cobrando lo que te prestó el año pasado para irte de vacaciones, ese crédito se agrega a una lista que, en conjunto, forma un endeudamiento malo.

Para salir de deudas primero hay que ponerle un tapón a la fuga. Bájale a los gastos y a los tarjetazos. Parece algo bastante obvio, pero hay personas que necesitan escucharlo para que les caiga el veinte, y no es su culpa, simplemente no tenían identificada la raíz del problema. 

Si no tienes ni para cambiar esos calcetines por los que ya se asoman varios dedos, no sigas gastando, y menos a crédito. Desde luego debes seguir cubriendo tus necesidades básicas, pero le vas a tener que parar hasta que hayas logrado saldar tus deudas (y ya después lo mejor sería continuar midiendo gastos como lo vimos en capítulos anteriores). Después, como con todo en las finanzas, hay que comenzar a llevar un control. Anota cada deuda que tengas, no importa si es grande o chica, si es por un préstamo con una institución financiera o si le debes $5 al de la tiendita de la esquina. Debes anotar todas tus deudas. 

Esto es importante porque así podrás darles seguimiento, podrás generar un plan de acción y sabrás en cuánto tiempo podrás liquidarlas. Te recomiendo prestar mucha atención para detectar aquellas que puedan llegar a perjudicar tu calidad de vida y que te concentres en esas deudas primero. 

Una vez localizadas, puedes comenzar a planear tus estrategias. La idea es organizar el pago de deudas por prioridad, y esta prioridad depende de la estrategia que más comodidad te genere, de menor monto a mayor monto o viceversa, de acuerdo con el porcentaje de intereses que te generan, etc.

Notas finales

No es tan complicado, pero lo difícil es mantener el ritmo. La buena salud financiera no se logra de la noche a la mañana, sino que es un proceso continuo que requiere constancia y esfuerzo. Sin embargo, con el tiempo se vuelve más sencillo, ya que cada pequeño o gran éxito, a corto, mediano o largo plazo, nos motiva a seguir adelante.

Toma la acción para convertirte en un inversionista exitoso. El manejo adecuado de las finanzas personales es el primer paso para alcanzar metas más ambiciosas. Es un trampolín que nos impulsa a crecer y nos ayuda a visualizar mejor nuestras siguientes jugadas.

Aún queda mucho por hacer, más metas por alcanzar y más consejos por compartir para que puedas llegar aún más lejos a medida que tus recursos aumenten. ¡Ve por ellas!

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¿Quién escribió el libro?

Es un experto en finanzas con más de 12 años de experiencia. Ha trabajado en compañías internacionales como Kellogg’s y ha sido Asesor de Estrategias de Inversión en casas de bolsa de renombre como Invex Banco e Intercam Grupo Financiero. Desde 2020, se ha dedicado como financiero... (Lea mas)

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